En las elecciones que se avecinan, según el Jurado Nacional de Elecciones, más del 30% del padrón electoral será conformado por jóvenes entre 18 a 30 años; muchos de ellos votarán por primera vez.  

Ante esta ola de nuevos votantes, son pocos los partidos que verdaderamente se han preocupado por esta población electoral que representa un porcentaje importante a nivel nacional, o que desde sus bases han trabajado impulsando su participación política efectiva, en la formación de nuevos cuadros políticos y en afiliaciones partidarias por convicción.

La vieja forma de hacer política, la indiferencia y la falta de confianza hacia los jóvenes sigue latente en la mayoría de partidos políticos. Lamentablemente, aún no se han dado cuenta -o pretenden no hacerlo- que ellos son la clave para ganar cualquier elección.

El analista político Luis Benavente, señaló en el 2016 al diario El Comercio que para los jóvenes lo principal es la autenticidad del candidato, que lo sientan cercano y que conecte emocionalmente. A los jóvenes hay que ganarles el corazón. El candidato tiene que transmitir una esperanza auténtica, pero eso no es todo. Aún deben hacer mucho más, hay un largo camino por recorrer.

Los jóvenes quieren ser integrados. Necesitan ser escuchados. Por muchos años, han sido dejados de lado y minimizados por todos. Ellos quieren -y deben- ser parte activa del quehacer político. Los jóvenes necesitan que les den la oportunidad y que no los tengan -como acostumbran- en la larga lista de espera.

En la actualidad, parece que la tendencia es solo buscarlos unos meses antes de la campaña y olvidarlos unos meses después de ser elegidos. Un claro ejemplo de ello, es la poca -por no decir nula- ejecución en políticas públicas dirigidas a sus necesidades.

Es hora de que los jóvenes alcen su voz y participen en política. El Perú los -nos- necesita. Ha llegado el momento de hacer una nueva política, una que genere consensos, sin populismos y que solo busque el bienestar para todas y todos los peruanos.